martes, 4 de noviembre de 2008

El queso del revés.


Hubo una vez una familia de quesos normal y corriente como todas las familias de quesos del mundo.

En ella estaban papá queso, mamá queso, la hijita queso y el hijito queso. Vivian en el banco de una cocina muy sencillita y acogedora, pero el hijito queso tenía un pequeño problema, toda su familia le llamaba el queso del revés porque nunca quería ser comido por nadie, cosa que el queso no entendía.

Era un queso aceitoso pequeño y muy apetitoso, y sin embargo nadie quería hincarle un diente.

Un día el pequeño queso le preguntó a su mamá la señora queso que porqué nadie quería probarlo y su mamá le dijo claramente: por fuera eres un queso estupendo pero, por dentro siempre vas a contracorriente, te quejas de todo y eso hace que tu exterior por muy bien que tu lo veas, no sea querido por nadie.

El pequeño queso no lo entendía, él quería ser comido como toda su familia, así acabarían todos en el mismo lugar.

Un día la niña pequeña de la casa fue a coger un trozo de queso del banco de la cocina y se dio cuenta que solo quedaba el pequeño queso.

Aún teniendo muchísima hambre no lo cogió. Al día siguiente volvió y al ver el mismo queso tampoco lo cogió.

Así paso una semana y el pequeño queso ya desesperado hizo lo que le habían prohibido siempre, hablar con un humano.

Cuando la niña se acercó al banco para ver si había más queso el quesito le dijo: Perdona , no quiero asustarte, pero creo que debería hacerte una pregunta.

La niña le dijo que por supuesto y entonces el queso le preguntó: ¿Por qué nunca me coges? ¿tan malo soy de sabor? ¿tan mal aspecto tengo?

Y la niña lo cogió y le explicó que él era un queso del revés, un queso especial, un queso que por mucho que le dieras la vuelta no podías comértelo.

El queso no entendía nada de nada. Entonces la niña le dijo que lo había estado observando desde su entrada a esa casa, y que cuando creía que no lo escuchaban, ella lo hacía. La niña se había dado cuenta de que era el único queso auténtico y original. Que por mucho que su mamá quisiera que hiciese lo que ella quería él no podía hacerlo porque tenía pensamientos propios. Lo puso en un bonito pañuelo naranja y se lo llevó a su habitación.

A partir de ese momento se hicieron amigos inseparables.

Por fín el queso comprendió que gracias a como había sido no había dejado de existir.

Todo grácias a ser uno de los pocos quesos llamados El Queso Del Revés.

Yo desde entonces los escucho por la noche a ver si alguno se anima a hablarme…FIN.


Merxe.

1 comentario:

Unknown dijo...

Pero que sol de nenaaaa!!!