sábado, 17 de enero de 2009

uno, el otro y el tercero


Tres puntitos suspensivos jugaban al corre que te pillo. Uno perseguía al otro y el tercero perseguía a uno. Corrían a través de las páginas en blanco , nada les podía detener, saltaban de pagina en pagina, desde la última hasta la primera. Paginas pares, impares, pares, impares, pares, impares, pares, hojas de incertidumbre, duda, espera, un libro vacio. Pero no! alto! Una mole de letras cortaba su paso, la cola era enorme y no parecía moverse, " Dejen pasar!!" pero nadie se movía, y ahí se quedaron, esperando, esperando, esperando ...

Verónica Francés

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Llevo casi cinco años postrado en esta cama. Un buen día, toda mi vida se difuminó y terminó por desaparecer. Los médicos nombraron varias veces mi enfermedad, pero no consiguieron hacer que la recordara. No estaba dispuesto a saber cuanto tiempo estaría encerrado entre estas cuatro paredes. Sé que mis amigos, y mi familia, lloran continuamente por mí, y aunque es lo más probable, ni tan solo soy consciente de si pasaré aquí el resto de mis días.

Al principio, hacía balance de lo que había representado para mí el paso por el mundo. Se puede decir, que incluso escribí mis memorias. Conseguí concentrarlo todo en un trozo de papel del tamaño de un post-it. Fue entonces, cuando decidí que nunca volvería la vista atrás de nuevo. Ahora, paso el tiempo escribiendo historias sobre personas que no existen (al menos con el mismo nombre) y situaciones que no he conocido (al menos con tantas metáforas). Mi hermana me ha dicho que van a publicar la novela que escribí el mes pasado. Supongo que debería estar contento. Seguramente , será el mayor logro de toda mi vida. El único, tal vez. Sinceramente, creo que todo el mundo que viene a visitarme, lo hace tan solo por compasión. La zorra de mi mujer, al menos, decidió marcharse en cuanto supo que nunca más podría volver a tener una vida normal a mi lado. A los demás, los odio más profundamente si cabe.

Desde hace un tiempo, me encuentro peor. Las razones no las sé. Ordené a los médicos que no me dijeran nunca nada acerca de mi salud. Últimamente, tan sólo viene una visitarme una enfermera. Todos los días. Siempre la misma. Las últimas veces, he notado un brillo especial en sus ojos. Lo lamento. Creo que no le sentó demasiado bien la reacción que tuve cuando me dijo que debía luchar por ella. Que se había dado cuenta de que estaba enamorada de mí, justo en el instante en que volvió la última página de mi novela. Le dije que era demasiado tarde. Que, seguramente, no volvería a pisar las calles de ésta, ni de ninguna otra ciudad. Que era prácticamente imposible, pero que además, si algún día la vida venía a buscarme, la invitaría a un par de cervezas, le preguntaría sobre el sentido que pueden tener treinta y cinco años de sufrimiento sin tregua, y que, tras escuchar su estúpida respuesta, la mandaría de vuelta a su casa de una patada en el culo.



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--. Víctor Isabel Bueno .--

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Nuevo titulo, por Victor Isabel Bueno.

miércoles, 14 de enero de 2009

Un extraño ha entrado en mi vida


Después en un profundo sueño, Calo Ruiz despertó aquel día y a su alrededor no había nadie. Después de repasar con la mirada la habitación en la que se encontraba y asumir lo desconocido de aquel lugar levantó la mirada e intentó entender la fecha y hora que marcaba aquel viejo reloj de pared: –"Las diez y cuarto", pensó Calo, aunque no acertaba a saber si el mes, día o incluso año eran correctos.


Unos minutos mas tarde, Calo, movido por el hambre y las ganas de salir de aquella cárcel de madera intentó ponerse en pie con tan mala suerte de que al intentar apoyar el pie derecho flaqueo y acabó con la cara en el suelo mientras pensaba en lo ocurrido. Poco después y alertados por el ruido se empezaron a oír pasos subiendo la escalera y Calo levantó la mirada para ver quien entraba en el dormitorio.


La primera persona que entró en el dormitorio era un niño de unos doce años que Calo no conocía de nada, inmediatamente pensó que su amnesia posiblemente provocada por el coma le impedía recordar una cara con claridad pero su asombro y dudas le bloquearon cuando vio entrar por la puerta a su mujer, ella le miró con cara de pánico y giro la cabeza, Calo no entendía nada y arrastrándose salió de la habitación mientras la tercera persona entraba por encima suya al cuarto. El miedo le hizo salir del dormitorio y dejarse caer escaleras abajo, entre golpes y volteretas hasta acabar extendido boca arriba encima de una alfombra que si le resultaba familiar y en el centro de un comedor que si conocía.


Rápidamente, las tres personas bajaron las escaleras empezaron a rodearle: su mujer, un niño y…en ese momento escucho a su mujer decir en voz muy baja al tercer individuo que se acercaba: "¿Crees que nos conoce Calo?". Parecía imposible pero tenía ante sus ojos a Marien, su mujer, a un niño que no lograba recordar y a ¿Calo?, ¿a si mismo?. Calo desde el suelo ante aquella situación sin fuerzas en el cuerpo ni lógica para entenderlo se quedó mirando a la lámpara del techo intentando verse la cara en el reflejo del plafón aunque la venda que le tapaba los ojos se lo impedía, a partir de ese momento y tras sentir un pinchazo en el hombro notó las fuerzas le menguaban hasta que perdió de nuevo el conocimiento.


Después de esto entre los tres individuos subieron a Calo de nuevo al cuarto, su mujer cuidadosamente le cambió la venda que tapaba su rostro sin piel mientras el niño y el nuevo Calo le miraban desde la puesrta. A continuación bajaron los tres al comedor, Marien, su hijo y el nuevo Calo y comenzaron a planificar sus próximas vacaciones.

Paco Macías

Un extraño ha entrado en mi vida


Un hombre de avanzada edad, 72 años exactamente, llamado Sergio, fue aquella mañana gélida a su rutinaria revisión médica. Su doctor, de total confianza, tuvo que pasar uno de esos momentos que dicen ser los más tristes de un médico: comunicar a un paciente su inevitable y rápida muerte. En este caso, se trataba de aquella enfermedad difícil de mencionar con denominación de signo zodiacal. ¿Cómo era posible que yendo quincenalmente a la revisión, le detectaran un tumor tan avanzado?

Sergio, siempre había sido un tipo radicalmente introvertido. Nada de lo que le ocurría era comunicado a su familia, a pesar de tener mujer e hijos. Aquella noticia sobre su inminente muerte, le dejó aturdido varias semanas. No podía aceptar una muerte tan repentina y su carácter le llevo en varias ocasiones a intentar suicidarse, por lástima para él sin éxito.

Durante toda su vida, este hombre había rechazado todo tipo de doctrina moral-religiosa, al considerar que los apoyos de tipo espiritual solamente eran reconfortantes para personas frágiles y débiles ante el mundo que nos rodea. Su postura era superior al escepticismo, convencido y practicante del ateísmo. Él sólo encontraba cobijo ante las adversidades en sí mismo, ni tan siquiera en su familia y amigos.

Cuando conoció el fatal diagnóstico, se vio sumido en una profunda depresión que agudizaba aún más su lamentable estado de salud. A los dos meses, tuvo que ser hospitalizado por su estado crítico. Un sacerdote visitó su habitación, para darle la extremaunción. Lejos de rechazarle, como solía hacer al ver a un miembro de la Iglesia, lo agarró y le rogó que hiciera lo posible para salvarle del infierno. "Mi rechazo a la doctrina católica creo que tan sólo respondía a mi interés por mostrar autosuficiencia ante los míos. Espero que el Señor perdone mi arrogancia y sepa entender mi último abrazo en esta vida, que no es otro que el que tiendo al Señor".

Evidentemente, el sacerdote, sorprendido por aquella confesión, le respondió "Hijo, yo nada puedo hacer ya por tu vida, pero lo que sí te puedo decir, es que el Señor siempre está dispuesto a abrazar a un hermano, aún teniendo que esperar al momento de su muerte. Nunca es tarde si la dicha es buena".

A los 23 minutos y 12 segundos de abrazar al Señor, Sergio expiró. En su testamento, había dejado unas últimas palabras que justificaban su cambio radical de postura en sus últimos momentos de vida:

"Del mismo modo que un drogodependiente, acepta ayuda económica de cualquiera, llegando incluso a robar, así yo lo he hecho de manera espiritual. El miedo a la muerte es común en todos los mortales, pudiéndose manifestar de un modo más o menos intenso. Así es como el miedo ha entrado en mi vida. Bien es cierto, que al menos únicamente entró en mis últimos momentos.

Por último, solo quiero decir que el Señor es la representación de ese miedo. Ese miedo llamado cáncer. De este modo, para despedirme de manera sarcástica, como siempre me caractericé, recordad que la Santísima Trinidad entró en mi vida antes de morir: Cáncer, Miedo y Espíritu Santo."


Francisco Leal

martes, 13 de enero de 2009

Un extraño ha entrado en mi vida


Bip, bip, bip.

6 : 00 am. Joder que puto sueño. Que asco. Ojala pudiera dormir más. Todos los putos días igual.

Suena el despertador, se enciende una emisora de radio que ni si quiera he programado. Cualquier sonido a las seis de la mañana es un puto dolor de cabeza.

Por fin me levanto. Voy al lavabo. Madre mia que pelos...pues hoy no me ducho. Hace mucho frío. Hago pis. Me lavo la cara, me la seco. Intento colocar mis pelos como puedo sobre mi cabeza, mientras mi mano derecha decide coger el cepillo de dientes. Que dormida estoy. Llego tarde, tomare un cafe en el curro. Voy a vestirme, mientras mis piernas me dirigen a la cocina. No se que hago aquí. Mis manos abren el frigo, sacan un brik y preparan un bol de leche con cacao y cereales, mi desayuno favorito. Debería estar vistiendome, pero es agradable que alguien te prepare el desayuno.

Noelia Marín

Un extraño ha entrado en mi vida


Son las doce de la noche, son las doce de la noche todo el rato, llevo horas viendo las doce de la noche en el reloj, debe de hacer días que son las doce de la noche.

Todo esta oscuro, las luces del establecimiento están encendidas ya que se cierra a la una, pero la una nunca llega.

Me he comido el mismo bocadillo de queso unas 20 veces, y me sigo quedando con hambre siempre, así que he comprado unas papas, he comprado unas papas 20 veces.

Han venido un par de clientes, han alquilado Hancock, Perseguida y Wall-e, al final, me sabía sus nombres de memoria, aunque siempre me dicen lo mismo:

-Hace frío verdad?

-Si

-¿Has visto la de Hancock?

-No, pero es de Will Smith, seguramente es la aventurilla de un "héroe" que quiere salvar el mundo, para pasar el rato.

A las doce en punto, o sea hace 15m, es decir hace quince minutos todos los días, ha venido un hombre de piel negra, con la cabeza totalmente afeitada y me ha dicho:

-Dámelo todo

De lo demás ya no recuerdo, se que son las doce, que siempre son las doce y que yo estoy aquí en mi trabajo, todo el rato y que nunca se hacen la una ni las dos y que hace mucho tiempo que no vuelvo a casa ni que veo a mi familia.

Desde que ese señor entro en mi vida, mi vida se ha convertido en la media noche, abro la puerta del video y solo veo una intensa niebla, y a en punto viene ese hombre y me dice: dámelo todo. Y entonces me levanto y sigo aquí.


Laura Sanchez