martes, 25 de noviembre de 2008

El rincón iluminado de las mentiras.


Y ese día el rincón se apagó. Había estado iluminado desde que tengo conocimiento. Hay mentiras piadosas, mentiras para ocultar verdades que duelen y mentiras para hacer daño. Todos sabíamos qué desde pequeños debíamos decir mentiras, pero nadie nunca nos advirtió del peligro que tenía decirlas, solo de la importancia de que desaparecieran. Eramos 3 adolescentes con demasiada curiosidad. Marta, Sonia y Penélope, solo queríamos descubrir la verdad. Durante años nos habían aterrorizado, no podría pasar un día de nuestras vidas sin que cada una se inventara una mentira que contar. Decían que si no el mundo dejaría de funcionar, los árboles morirían, nos quedaríamos sin aire. Los animales desaparecerían, nos quedaríamos sin fauna. El sol se escondería y viviríamos a oscuras para la eternidad. Así un sin fín de terroríficas consecuencias, pero había algo que no entendíamos en su totalidad, esto nunca había pasado porque nunca nadie se había atrevido a no decir una mentira como todos los días.


Invadidas por el miedo pero muertas de curiosidad quedamos aquella misma noche para desvelar el temible secreto. Llevabamos todo el día sin decir ni una mentira, y unos minutos antes de las 12 juntamos fuertemente nuestras manos y nos quedamos en silencio. Nunca había sentido tanto miedo, no sabíamos lo que podía llegar a pasar. Y no pasó nada. Solo se apagó una pequeña luz en nuestros ojos, esa luz que te molestaba cada vez que decías una mentira. Aquella noche se apagó el rincón iluminado de las mentiras que está dentro de cada uno.


Esto pasó por temer a lo desconocido. El mundo empezó a ser un lugar mejor.



Merxe.

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