martes, 11 de noviembre de 2008

Engrudos Insalubres


La culpa se pega a tu cuerpo como un engrudo insalubre.


Entra con calma, no te hace sospechar. Te deja leer un libro tranquilo o ver la televisión mientras se cuela en tu salón. Avanza lentamente, da las buenas tardes. Tú, concentrado en tu actividad, respondes y sigues a lo tuyo. Ella sonríe, y sigue avanzando. Hasta colocarse justo detrás de ti.

Pueden pasar muchas horas hasta que notas su presencia. Entonces, te das la vuelta lentamente, y la miras a los ojos. Lo haces justo en el momento en que ella está abriendo los brazos para descargar los endurecidos cantos de sus manos en tu cuello descubierto.


De tu boca chispea un seco y apagado jadeo. Tu visión se nubla. Caes al suelo. Ella se convierte en fluido y se deja caer como un cubo de engrudo encima de tu cuerpo.


Sientes que no puedes levantarte del suelo, y ya no puedes escapar de la culpa.


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El amor se pega a tu cuerpo como un engrudo también. Pero es una sensación muy diferente.



Daniel Canelo Soria

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