Una imagen, que se mueve, un video, un recuerdo, un sueño, imaginación…
Me encuentro en una cocina estrecha y alargada, vieja, con los azulejos de flores azules. La luz es amarillenta. Al final, hay una galería, un poco destartalada, de baldosas de color teja, con las paredes (y en realidad también el suelo) como la galería de mi antigua casa, pero no la que vosotros creéis. En el suelo de la galería hay un montón de vendas, jirones de tela, o algo así, muy blancos, que rezuman vapores y parecen más blancos por momentos gracias a la acción del sol; pero hasta el centro de la cocina, que tiene un desagüe, llega un liquido transparente entre amarillo y verde, y bajo este montón de vendas, de donde sale el liquido, hay un montón de gusanos blancos.
El hedor es insoportable, huele a encanecido y naftalina de los chinos, es un olor que se mete en tu nariz, en tu boca y en tus ojos, te escuece y sabe. Cuanto más te acercas al montón, te das cuenta de que el vapor, es más bien un humo blanquecino, como si algo se estuviese descomponiendo y alguna reacción química, agravada por el sol, se estuviese dando en ese momento.
La luz del sol parece más blanca de lo normal, por que el montón la refleja y lo inunda todo con su olor. Es como si estuvieses oliendo un color, oliendo la luz, y el olor no fuese el que tu esperabas, pero estas fascinado, porque hueles un color, y al experiencia te trapa, queriendo saber mucho mas del color, pero luchando contigo mismo por no tener que soportar el hedor. Una experiencia única y desagradable, también llamada sinestesia.
Tengo una imagen, pero tiene olor, y querría dibujarla, pero prefiero que alguien la imagine.
Noelia Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario